España debería estar viviendo el momento de mayor esplendor de sus artes y sus letras desde el Siglo de Oro. Al menos si, como suele pensarse, la decadencia moral, la conflictividad política, la precariedad material y el abandono institucional son instigadores de la creatividad. Sin embargo, a la luz de los acontecimientos, cabe pensar que esto no es más que un mito. Y un tanto interesado además [«La precariedad no te hace más creativo», Paula Corroto, Jot Down]. ¿Qué ha sucedido para que dicho término, la creatividad, se haya convertido en el estandarte de cualquier campaña publicitaria de bancos, gobiernos y lanzaderas de emprendedores? ¿Qué contribuye a blanquear? ¿Cómo puede recuperar su carga crítica? [«”La palabra ‘cultura’ funciona hoy como un prefijo hueco”», Alberto Santamaría entrevistado por Víctor Lenore, Contexto].
En los últimos diez años, en España se han reducido los presupuestos destinados a artes y cultura en más de un 50%; esto cambia notablemente la correlación de fuerzas entre inversión pública y privada y reduce los amplios significados de la cultura a su acepción más vinculada a la productividad y la industria. O, dicho de otro modo, pasa a depender en mayor medida, del merchandising, las marcas, las fundaciones bancarias y los parques temáticos. [«La cultura y el arte entre bienes comunes, públicos y privados», Santi Eraso, Arte, cultura, ética y política]. Así, este proceso de degradación, no solo no estimula la genialidad del creador, sino que más bien viene a mermar sus condiciones materiales y a dificultar la posibilidad misma de crear [«”Soy camarero (y escritor)”: así llega a fin de mes el autor millennial», Lorena G.Maldonado, El Español]. Lo que sí ha habilitado la presente coyuntura son relatos en primera persona, entre el análisis y mea culpa que ayudan a pensar en cómo mejorar las alianzas dentro del sector para lograr que convivan la diversidad cultural y las condiciones laborales dignas [«Los empleos del tiempo», Javier Fernández Vázquez y Luis López Carrasco, Contexto»].
Y más allá del medio plazo, ante este panorama, ¿alguna propuesta inmediata para mejorar nuestra situación cultural? «Poner risas enlatadas a los anuncios del Sabadell» [«“Mis libros son arte contemporáneo”», Luis Magrinyà, El Cultural].